Tatuajes en la adolescencia

 


“Me quiero hacer un tatuaje” puede convertirse en la frase repetida de  algunos adolescentes, lo que se traduce en el terror de muchos padres que lo consideran como un acto de rebeldía sin causa. ¿Qué hay tras la fascinación por dibujar su piel permanentemente o perforar su cuerpo con piercings? Normalmente, tienen una función psicológica como por ejemplo la búsqueda de la identidad y una función social que suele conllevar  un trasfondo de rebeldía.

“Por una lado están los adolescentes que se quieren diferenciar del grupo, crear su propia identidad y ser únicos, para reafirmar su propia existencia y sentir que no siguen los cánones establecidos por los demás”. Otro de los sentidos que los adolescentes dan al hecho de grabar con tinta su cuerpo es querer sentir que forman parte de “una especie de tribu, donde se les acepta o son populares, lo cual se potencia al tener ídolos que se tatúan y aparecen en las redes sociales, creándose, así, tendencias de moda”. No obstante, hay que tener en cuenta que la práctica de tatuarse ha estado presente en el mundo desde hace cerca de 4.000 años: “Y han adquirido distintos significados y aplicaciones, como para la protección, un indicador del estado evolutivo o social de la persona; de salud o de poder”.

Hay falta de consenso sobre la cuestión adictiva de los tatuajes. Por un lado, se afirma que “sí se trata de una adicción que no tiene que ver con la tinta o la perforación del cuerpo, sino con el dolor y las endorfinas que se liberan para contrarrestar el malestar, lo que produce una sensación parecida al consumo de drogas”. Existe otra teoría que dice que lo que engancha a las personas a hacerse más tatuajes es el hecho de que haya algo en su vida que perdure para siempre y que no sea temporal, “como todo lo que encontramos en la sociedad actual”. “O bien que llene un vacío psíquico que muchos adolescentes no saben manejar”. Por último, también existen teorías que no hablan de una adicción, ya que la persona se toma su tiempo en saber qué poner en su piel, cómo hacerlo y dónde, por lo que no existe la característica de impulsividad típica en muchas adicciones.

Actitud de los padres cuando su hijo quiere un tatuaje

No existe una fórmula sobre qué respuesta dar a un hijo que quiere tatuar su piel. “Cada familia es única, tiene unos valores distintos y permite cosas que otras no. No obstante, los menores de edad no pueden acudir sin consentimiento a realizar ninguna de estas prácticas, pero cuando cumplen los 18 años, si quieren hacerlo, lo llevarán a cabo, aunque sea en un sitio ilegal, que pueda poner en riesgo su salud”. Por ello, lo recomendable es que los progenitores se sienten a hablarlo con él, a negociar y a aportarle toda la información posible al respecto.

Algunos psicólogos recomiendan trasladar al joven cuáles pueden ser las consecuencias negativas de estos procesos, como infecciones o alergias, así como proyectar en el tiempo los tatuajes, para que este comprenda que con su edad todavía no se ha dejado de crecer y que la piel se puede estirar, pudiendo estropear ese dibujo: “Además, hay que explicarles que si en un futuro los quiere eliminar tendrá que ser con láser, un método costoso, doloroso y que no siempre es eficaz, ya que puede dejar cicatrices. Por otro lado, hay que asesorarle para que si lo hace sea en manos de profesionales, donde se garantice la salud”.

La opinión de los dermatólogos

Un tatuaje llevado a cabo de manera profesional no debería conllevar peligros importantes, pero no son prácticas exentas de riesgo. “En la consulta de dermatología vemos en numerosas ocasiones distintos tipos de reacciones adversas inmediatas, como la inflamación y el enrojecimiento de la zona, consecuencia de las múltiples infiltraciones requeridas para hacer un tatuaje, lo que se considera normal y tiende a durar entre una y tres semanas”, advierten algunos dermatólogos.

Estos grabados en la piel pueden provocar reacciones a largo plazo como las “alérgicas e inflamatorias de contacto, producidas, sobre todo, por el mercurio presente en las tintas rojas. También son bastante frecuentes las infecciones bacterianas y existe riesgo de contraer hepatitis o Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), debido a la reutilización de material tras hacer un tatuaje a una persona infectada”, explica la dermatóloga. Los tatuajes temporales con henna son más seguros, pero si este producto se adultera con aditivos puede producir reacciones y provocar eccemas y alergia permanente a los tintes. En cuanto a las zonas del cuerpo que suelen tener más complicaciones, estas son las cartilaginosas, como la nariz y las orejas.

Los consejos básicos de los dermatólogos a la hora de hacerse un tatuaje son acudir siempre a lugares profesionales, que utilicen pigmentos con registro sanitario, estériles y con una identificación clara de su composición y fabricante. Una vez hecho, durante los 15 días posteriores, “hay que tener unas medidas de higiene adecuadas con un jabón antiséptico y una crema antibiótica y evitar la exposición de la zona al sol durante unas ocho semanas”

Si hay dudas sobre este procedimiento y deseas apoyar el deseo de tu hijo o hija, bien puedes consultar con un profesional de la salud para que los asesore.


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